Incertidumbre

Hace unos días me di cuenta con mucha claridad un aspecto de mi personalidad. No hay que ser un genio ni un visionario para saber algunas conductas o mecanismos propios. Pero la semana pasada escribiendo Trabajos.es empecé a relacionar actitudes mías y formas de reaccionar frente a situaciones con alto índice de incertidumbre que me pasaron durante mi vida. Este aspecto del que hablo se trata de gozar con aquello que todavía es imposible prever. Para ser más claro, me encanta, disfruto mucho no saber lo que va a venir. Más claro aun, quedarme sin trabajo o no tener dinero para pagar mi próximo alquiler genera en mí una especie de alegría. Alegría no por tener una deuda o por pasar al bando de los vagos silloneros, sino alegría o entusiasmo por tener un reto emocionante y poder salir de esa situación. Suena un poco desquiciado, pero es verdad. Toda mi vida viví el día a día sin planificar a largo plazo. Amo la incertidumbre en todos sus aspectos. Desde los trabajos temporales, que no sabes lo que te vas a encontrar, hasta la ruptura de un noviazgo con convivencia de 5 años. Si bien son malas noticias, lo suficiente para que la cabeza genere millones de preguntas, yo por dentro siento una adrenalina que me hace sentir vivo.

Volviendo casi 15 años atrás este aspecto también estaba muy presente en mí. Cuando iba al colegio el día más emocionante o el que más me gustaba era el día de examen, o cuando había prueba sorpresa. Por dentro no podía estar más contento. ¿Cómo voy a hacer para aprobar? Ni idea, pero que lindo reto. En la secundaria mi clase favorita era la de sicología ya que todos los miércoles el Profesor Daniel ¨El Tetón¨ Ferrero tomaba oral. El día ya empezaba de manera histérica con comentarios y nervios que ocupaban los recreos y a las 10:30 el cuchicheo paraba de golpe y entraba en escena un sonriente Daniel. Fue la primera persona que me hizo pensar en la moda y la estética. Nunca había visto a nadie combinar un pantalón jogging con zapatos marrones y para rematar una camisa a cuadros arrugada metida bien adentro. Para infelicidad de mis ojos, años más tarde esta ¨no moda¨ era practicada de manera habitual por mi querido amigo el Negro. Mejor voy a decir el nombre completo así de paso lo prendo fuego, este sorete sin sentido para vestirse se llama Gastón Gertner (no se si escribe así, nunca lo supe y hace mas de 15 años somos amigos).

Retomamos. Daniel saludaba y sin mirar la lista, decía un número, lo buscaba y listo. 8…. Casadío al frente. Para mi había comenzado el show, además porque Casadio era mi primo. Desde tics nerviosos, hasta lagrimas y toda clase de excusas súper originales se inventaban para poder zafar del oral.

_¨A ver Tomás explicame que es la Gestalt ¨_  Empezó con una muy fácil

_¨... eh…eh…es……………………...no sé¨_ dijo luego de vagar unos minutos.

_¨Definición de histeria según Freud¨_ preguntaba el profe, que también se divertía.

Antes que Tom pronunciara su 4ta palabra lo cortó en seco y pasó a la 3ra y última pregunta. Si algo le molestaba mucho a Daniel era que pronunciaramos mal el apellido de Sigmund y mi primo parece que lo había hecho apropósito.

Ya para la última pregunta, yo que me sentaba en la primera fila y no por elección, estaba gozando como un domingo de lluvia en el cine. Tom paradito en frente de todos ya no tenía nada más que hacer. Estaba literalmente cocinado.

_ ¨Casadio vas a tener que ponerte las pilas, te pongo un 1 porque 0 no se puede¨ _ lo sentenció sin piedad.

Claro que mi alegría no tenía nada que ver con que a mi primo le vaya mal, yo disfrutaba como un loco los miércoles de sicología. Yo no estudiaba para ninguno, eso le daba todavía más incertidumbre y el numero 10 de la lista nunca aparecía. Las clases de sicología perdieron su gusto cuando a dos meses de finalizar el año, una mañana charlando con El Tetón me confesó que nunca me iba hacer pasar, nunca me iba a tomar oral. Nunca entendí el porqué. Tampoco se lo pedí.

Ya más de grande en la facultad me pasaba exactamente lo mismo. Pero todavía la adrenalina y la tensión eran aun mayores. Si había algún día en que llegaba temprano y mas despierto de lo común, ese era el día de los parciales. Ya no teníamos 14 años, acá los nervios eran de verdad. Más de la mitad de mis compañeros se pagaban la facultad ellos mismos, por lo que un examen reprobado además de la derrota significaba un retroceso económico.

Nunca fui un amante de los libros o mejor dicho de estudiar con libros. Porque leer los leía, lo que me era casi imposible era resumirlos y estudiarlos. Gracias a mi buena memoria, solo me remitía a escuchar en clase. Mi método de estudio consistía en juntarme casi siempre con Agustín Alegri y simular que estudiábamos, por suerte me acompañó toda la carrera. Uno leía un par de hojas del libro en voz alta y el otro tenía que decir que es lo qué había entendido. Hacíamos un pequeño debate sobre cada libro y listo. Pasábamos noches enteras en su depto. de Palermo entre bajadas al kiosco y divertidas charlas. Sus hermanos más chicos nos gastaban siempre acusándonos de vagos de mierda. Y lo bueno era cuando llegábamos al punto final. El punto final no era el fin del libro o el fin de la materia, era que ya estábamos re quemados y no queríamos estudiar más. Entonces el plan era repasar y terminar algunos conceptos en las escaleras de la facu minutos antes del parcial.

Llegaba más temprano de lo habitual y me acercaba al grupo de los alumnos, que siempre responden con aciertos las preguntas de los profesores, con el fin de aprender los conceptos más importantes. En esos momentos previos siempre está el que nunca te ayuda en nada. ¨Che Rober no me explicas ¨El modelo de la ventaja absoluta de Adam Smith, que dijo que lo preguntaba seguro?¨ y el muy puto siempre me contestaba lo mismo. ¨no, no, estoy estudiando, dejame..¨ Que ganas de cagarlo a palos me daba cuando me hacia eso. O también estaba la que le gustaba generar pánico y tiraba una pregunta super jodida y se iba diciendo ¨eso lo toma seguro¨. O la que en vez de resumirme de onda ¨la teoría del valor-trabajo¨ me daba un sermón diciéndome que era un vago y que no podía aprender todo 10 minutos antes del parcial. A esa solamente la re contra puteaba por dentro y le deseaba que le vaya super mal.

Los finales orales eran un regalo del cielo. Eran mi fuerte, yo tenía mi técnica y casi nunca fallaba. Primero, era vital llegar a la escalera una vez habían empezado a evaluar. Una vez ahí, contaba con dos elementos fundamentales, los alumnos que estaban por entrar y los que acababan de salir. A los que salían les pedía que me dictaran cada una de las preguntas. Y a los que estaban afuera les pedía que me las contestaran.  Ellos en su afán de re memorizar sus estudios, decían en voz alta cada una de las respuestas. Con ese ejercicio nos beneficiábamos todos. Después había otro factor que era el orden de entrada. Nunca había que entrar después de un muy buen alumno/a. Nunca!!  Si es posible entrar después de un ¨Reprobado¨ o una cara con lágrimas.

Y una vez adentro frente a los profesores mostrar indicios de seguridad. Si algo aprendí es que todo en esta vida tiene otro sabor si lo hacemos con seguridad. Desde la peor estupidez hasta el mayor de los éxitos. Y ahí estaba yo, parado frente al Jefe de Cátedra, Profesor de Comercio Exterior y Ayudante, mientras seguían disfrutando del 2 que le habían puesto a Nico El Haj. Sin nervios visibles y ningún tic que delatara mi estrategia, comencé a hablar antes de que me preguntaran nada.

_ ¨Hola Buenos días soy Julián Castellani y si Dios quiere esta es mi última materia y último final¨ le falte a la verdad con una seguridad impactante mientras dejaba mi libreta abierta sobre el escritorio.

_¨Comercio internacional es el intercambio de bienes económicos que se efectúa entre los habitantes de dos o más naciones, de tal manera, que se dé origen a salidas de mercancía de un país, que son las exportaciones y entradas de mercancías, importaciones, procedentes de otros países. Lo que más me llamó la atención de esta materia fue…¨ dije sin parar.

_¨Castellani , Castellani¨_ me interrumpía la ayudante con mucha calma.

_ ¨si?¨_ preguntaba haciéndome el boludo.

_¨ no te hicimos ninguna pregunta¨_ me decía mientras yo ya sabía mi próxima respuesta.

_¨ahh pensé que había que desarrollar toda la materia, pero pregúnteme lo que quiera, es que me parecía interesante…¨ dije mientras sentí una voz ronca.

_¨siga siga Castellani, al fin uno que habla con pasión sobre mi materia¨_ dijo el jefe de cátedra y ahí supe que no podía perder.

Hable sobre los puntos que más conocía sobre la materia con un amor incomprensible y exponía opiniones personales como si estuviese hablando con tres amigos que no conocen nada de Comercio Internacional. Luego de rondar siempre sobre los mismo temas y con una convicción insoportable mi profesor me interrumpió.

_ ¨Se nota que estudió Castellani y me siento orgulloso de ser yo quien le firme su último parcial¨

Se pararon, me estrecharon la mano y felicitándome nos despedimos. Yo feliz de haber metido otro final, y ellos por creer que habían egresado a un alumno más.

Hoy ya hace 10 años que vivo con la incertidumbre de no saber qué voy a hacer dentro de seis meses. Ni donde voy a vivir, ni de que, ni con quien, pero me sigue entusiasmando saber que no tengo mi futuro escrito. Sinceramente no me genera ningún tipo de ansiedad ni de miedo, porque sé que siempre voy a hacer cosas que me hagan feliz rodeado de buena gente. Saber cómo van a ser mis próximos 10 años me causaría mucha tristeza. Me aburre solo pensar la idea de tener todo controlado y sin margen para la improvisación.

Hay algo que sí se, es que la semana que viene voy a volver a escribir acá, ya que esto de escribir cada vez me gusta más y me hace bien. 

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