miércoles, 23 de marzo de 2011

Amor de virreinato


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


Finalizaba el año 1755 y la ciudad de Buenos Aires se encontraba en una marea de cambios políticos, sociales y sobretodo culturales. Luego de varias invasiones e intentos de tomar la ciudad, sigue siendo una aldea con no más de 20 mil habitantes y bajo el mando de la Corona española. Para festejar la llegada del nuevo año se realizaban todo tipo de acontecimientos que provenían obviamente de costumbres del viejo continente. Desde corridas de toros que se organizaban en la plaza Mayor, hasta ceremonias religiosas y desfiles agrupados en clanes. Tanto los mulatos, como los mestizos y los esclavos, con sus llamativas músicas, tenían también su espacio para celebrar.

Mientras tanto más al norte, en el Brasil, una pareja celebraba su casamiento y despedida. André era un muchacho joven que trabajaba el cuero junto a sus hermanos y tíos en los campos de su familia. Catalina, mulata de unos bien llevados metro setenta y un hermoso andar, era la más chica de once hermanos y se la pasaba ensayando y actuando en pequeños acontecimientos de su ciudad. Habían programado el casorio para meses antes, pero la llegada de una carta inesperada para Catalina, lo cambió todo. En el sobre estaba el sello de la Corona y adentro una oferta irrechazable para trabajar de actriz estable en la obra de Calderón de la Barca ¨La vida es sueño¨. Debía de presentarse en Buenos Aires a mediados del mes de Enero, para los ensayos y próximos carnavales que se celebrarían en todo el Río de la Plata, así que junto a André decidieron adelantar su casamiento y juntos se embarcaron en una luna de miel realmente intrigante. Ambos sabían que era probable que no volviesen a ver a sus familias, pero Buenos Aires se estaba convirtiendo poco a poco en la capital del virreinato y el amor que se tenían era tan fuerte que solo el hecho de estar juntos era lo mas lindo e importante para ellos.

Llegaron a la ribera porteña luego de casi un mes de viaje y sus ojos no daban crédito a toda la barbarie que veían. Una ciudad colmada por el desorden, el contrabando, cantidades de basura en las calles, barrios en su mayoría con casas de adobe y techos de paja y todo tipo de animales sueltos. Artesanos, carpinteros y herreros trabajando en la vía publica, matorrales y baldíos llenos de desperdicios, millones de ratas se encargaban de comer las carroñas y vacas y caballos sueltos que habían sido decretados de libre uso.

La Corona española gestionaba los acontecimientos públicos y artísticos por medio de la Compañía. Esta se encargaba, con fondos del estado, de contratar a los actores, que la mayoría eran soldados que provenían de la guarnición del fuerte de San Baltasar, organizar las ceremonias y promover los eventos. La escaces de actrices y mujeres disponibles supuso la llegada de comediantas extranjeras que eran contratadas para tales fines, como el caso de Catalina.

André encontró cálida la choza que le habían otorgado para vivir junto a su esposa. No era muy espaciosa pero se encontraba al oeste del puerto donde solo había campos, perros y lagos, al cual él estaba muy acostumbrado. Por su parte Catalina estaba pasando un momento inmejorable. La Compañía realizaba dos funciones por semana, en su mayoría en la plaza Mayor al aire libre y cada mes en algún acontecimiento importante, como la llegada de un Virrey, o algún miembro de la Corona.

Poco tiempo después, André encontró trabajo en una cantina ubicada cerca del puerto. Su propietario Giuseppe, un genovés de 50 años, sabia que la venta de vino y aguardiente eran un gran negocio y para esa época había mas de 300 establecimientos entre pulperías y cantinas. A los pocos días André, no solo se manejaba en la barra de manera excelente sino que ya entendía varios idiomas y sabia muy bien controlar a los clientes. Todas las noches habían peleas y grescas entre los borrachos que casi siempre terminaban con algún muerto.
Una noche un gallego se acerca a la barra y le pide un vino.
André en medio de los gritos habituales y el guitarreo constante le grita _¨son dos!¨. Algo era sabido en el ambiente de las cantinas, es que primero se paga y luego se sirve.

_¨dos que? Solo quiero uno¨_ gritaba el mulato.

_¨tenés fichas? Plata?¨_ le preguntaba en un claro español.

El cabildo fabricaba fichas, discos de plomo con la marca de la ciudad y esas monedas podían ser intercambiadas por plata en las cajas municipales.

El borracho sin pensar sacó su machete e intentó atacar a André que rápidamente retrocedió un paso. En ese preciso instante comprendió porque todas las pulperías que abrían de noche tenían rejas en sus mostradores o porqué las barras tenían mas de un metro de ancho. No existía ninguna ley que prohibiera la entrada al establecimiento con sables, cuchillos o cualquier tipo de arma y cuando los juegos de dados o cartas y el alcohol se iban de los limites, simplemente se batían a duelo. A pesar del peligro de su trabajo el muchacho estaba muy a gusto y sobretodo estaba ahorrando dinero por primera vez en su vida. Todos los días antes de entrar a trabajar iba a visitar a Morulo. André se quedaba alucinado con las magnificas historias que el viejo le contaba con pasión.

Pasaron los carnavales, paso todo el invierno y pasaron muchas semanas hasta que la llegada de la primavera los encontró a Catalina y a André con dos buenas noticias. La Compañía les había facilitado una vivienda en el barrio de Monserrat (actual calle Libertad). Esta, además de contar con un salón, una cocina y dos habitaciones, estaba ubicada muy cerca de la plaza Mayor y mejor comunicada con los comercios. La otra buena noticia era que la obra de Calderón de la Barca se iba a presentar en la inauguración del nuevo teatro de la ciudad, y Catalina tenia un papel principal.

Una tarde soleada charlando en la vereda, Morulo le comentó a André que estaba por llegar un pequeño cargamento proveniente de la ¨ruta de la plata¨. Mientras el gitano le contaba de que manera se transportaba yerba, especias, cueros y esclavos desde el Paraguay, también le explicaba de que manera viajaba la plata desde Potosí a Buenos Aires. Morulo trabajaba la alpaca,el plomo, el hierro y otros metales pero sin duda el mayor beneficio lo obtenía con la plata. Por medio del contrabando se hacia de buenas piezas de plata que luego de trabajarlas las vendía a comerciantes italiano o españoles. Luego de escuchar al viejo, André tuvo una especie de visión. Y en esa visión no podía estar mas feliz. Le comentó al gitano su idea y le prometió cumplir con su palabra. Morulo le aclaró que ese tipo de trabajos no los hacia hace varios años, pero al ver el rostro emocionado del brasileño no pudo negarse.

La inauguración del teatro había sido todo un éxito y contó con la presencia de varios miembros de la Corona e inclusive asistieron el Virrey Vertiz y su mujer. Catalina había estado magnifica en el papel de Rosaura y mas de un caballero la había felicitado por su hermosa presencia escénica. La obra contaba solamente con tres mujeres en todo su elenco, el resto eran hombres, y los acosos y propuestas no cesaban y eran mas comunes en Catalina ya que esta era la única que no tenia alianza de matrimonio. El adelantamiento de su casamiento y la situación económica que atravesaban cuando vivían en el Brasil tuvo como consecuencia unos anillos de cuero hechos a mano por la familia de André que duraron apenas unos meses. Para contento de Catalina y André, la Compañía había establecido una función cada jueves hasta la ultima semana de diciembre.

Por su parte la ansiedad de André aumentaba conforme pasaban los días. Iba religiosamente todas las semanas al taller de Morulo para intercambiar opiniones y ver como avanzaban sus negocios. Cada semana André le llevaba dos damajuanas de vino que el viejo empinaba entrada la noche. A pesar del ascenso de la temperatura, los mates y las enriquecedoras charlas nunca tuvieron un respiro. La relación entre Morulo y André se fue convirtiendo en un lazo cuasi padre-hijo. El gitano le enseñaba a hablar italiano, le enseñaba economía y política y lo trataba siempre como al hijo que nunca tuvo. André desde el día que lo conoció, tocando la guitarra en una esquina, supo que el viejo iba ser mas que un amigo, y así fue.

Terminaba el año y con este las funciones programadas y con gran aforo del teatro. Era el último jueves del año 1756 y todo el elenco de la obra se disponía a celebrarlo a lo grande. Luego de una cena organizada en el mismo teatro, la Compañía sugirió seguir los festejos en la pulpería de Giuseppe. Si bien no era muy normal el ingreso de mujeres, Catalina y las otras dos actrices decidieron pasar a tomar una ultima copa de vino. André del otro lado de la barra tenía una doble sensación. Estaba feliz por ver a su amada en la cantina pero a la vez esto le producía un poco de temor. Eran las únicas tres mujeres, además de cuatro mulatas que rotaban de mesa en mesa, y las miradas de todos los borrachos eran devoradoras. Catalina no podía estar mas feliz, ese jueves, además de terminar un ciclo soñado como actriz, estaba disfrutando el primer aniversario de casados. Se sentía totalmente plena, no había nada en el mundo que desease mas que André y a pesar de estar lejos de su familia ella estaba completa. André se sentía exactamente de la misma forma. Cada mirada, cada roce, cada abrazo estaba repleto de amor infinito.

Luego de terminar su copa, Catalina se dispuso a irse pero antes quería saludar a su esposo. André salió de la barra y con un fuerte abrazo le comentó que no podía creer lo rápido que había pasado todo ese año. Ella sonrió y antes de cruzar la puerta de salida, el aire en el ambiente dejó de moverse. El cuerpo de André caía desplomado contra el suelo golpeando varias sillas al caer. Nadie podía comprender el motivo, ni mucho menos de donde salía tanta sangre. Catalina todavía perpleja buscaba una explicación en la gente de alrededor. Se acerco, sintió la sangre caliente chorreando de su cuello y trato de calmarlo diciendo que el medico estaba en camino. Solo había 8 médicos en la ciudad y su herida, ocasionada por el destino de un cuchillo que tiró un borracho al azahar, no tenia buena pinta. Las lágrimas de Catalina se mezclaban con la sangre de André. El terror se había apoderado de toda la pulpería y el silencio era casi absoluto. Solo se escuchaba el llanto de ella y la respiración entrecortada de el. André murmuró y ella se acerco todavía mas para poder escucharlo.

_¨bo...bol..bolsillo.....feliz aniversario¨_suspiró André en su aliento final.

El corazón de Catalina se desgarró como desgarra un lobo su presa. Todavía con el eco de las ultimas palabras en su cabeza, metió la mano en el bolsillo del pantalón de André y encontró una bolsita pequeña de pana con el nombre de ¨Morulo¨. Adentro había un anillo de plata macizo jamas visto en toda la faz de la tierra con una inscripción.

                                 
                         ¨meu sonho, meu amor, minha vida¨






Fuentes bibliográficas: Historia de Buenos Aires de Carmen Bernand.



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