martes, 6 de marzo de 2012

Sucucho

Parte 1:

Esta es la historia sobre un lugar, un sitio que fue sufriendo transformaciones y donde ocurrieron historias realmente increíbles y memorables. Lo interesante es que todo lo que sucedió dentro de este hermoso universo tuvo consecuencias mágicas. No puedo escribir en singular ya que esta historia nos pertenece a un grupo muy grande de personas.

Todo comenzó cuando el último año de colegio quedaba atrás y ahora ya estábamos dispuestos a encarar ¨la madurez¨. Eramos un grupo de mas o menos 15 amigos, todos hombres y compañeros del colegio. Como de costumbre nos juntábamos los viernes o sábados en la casa de Tini, Santi o Peter y rara vez en alguna mas, a hacer la famosa previa. Por esos años un ascendente Rodrigo ponía color a nuestras noches, y litros de alcohol endulzaban el alma. Luego de bailar el Cd del Potro varias veces, todos encaravanados y alegres nos íbamos al boliche de turno. Por esa época, asomaban los primeros registros de conducir, y siempre había algún inconsciente que pedía el auto prestado. Mas de una vez, el Peugeot 405 rural blanco de mi primo (de mi tía), aparecía como único transporte y salvador de la noche.

La situación cambió de un momento al otro. Cada vez era mas difícil conseguir una casa donde pudiésemos estar solos y tranquilos, tomando cerveza y haciendo pendejadas. Ademas dejábamos el lugar súper sucio y en malas condiciones y mas de una vez con alguna silla rota u otra cosa. Fue así cuando, los padres se cansaron de nuestro kilombo y nos tuvimos que buscar otra solución, otro lugar.

Había llegado el Viernes y todavía no teníamos lugar donde juntarnos. No existía ninguna posibilidad en ir a un bar a tomar cerveza. Nuestro grupo nunca se caracterizó por tener facilidades económicas. Salíamos con lo justo, teníamos lo justo, y el que tenia un poco de mas, se lo daba al que no tenia nada. Así siempre nos las rebuscamos para comprar el escavio e ir a bailar. Sobre la hora de cierre del supermercado, estábamos los 15 esperando coordenadas. De repente, y como ultima opción, mi primo Tomás Hugo ofreció un lugar.

Mi tía Patri y mis 4 primos vivían en una casa súper linda en la Av. Monroe. Digo vivían, porque mis primos mas grandes (Pol y Die) ya dejaron su lecho materno hace unos cuantos años y mis primos mas chicos (Tomi y Tatu) se mudaron a un PH hace unos dias, y hoy no viven ahí. Para que se imaginen, la propiedad cuenta con 2 plantas. En la planta superior está la casa de mi tía y en la planta inferior hay 2 locales comerciales. Tanto los locales, como la casa, tienen entradas independientes y no se comunican entre ellos. En uno de los comercios, Patri puso una roticería llamada Páprika, con envíos a domicilio, por cierto con unas milanesas napolitanas inmejorables y un pan de pizza orgásmico. El otro era simplemente un especie de local abandonado, sin luz, ni agua, lleno de escombros, y que también servia de trastero para meter cosas viejas o que ya no usaban.

Me acuerdo como si fuese hoy la primera vez que nos juntamos ahí. No había sillas ni ningún lugar para sentarnos. No teníamos música y casi nos veíamos las caras, pero teníamos un lugar donde hacer nuestra previa. El viernes siguiente cambiamos los cartones por cajones de cerveza y por lo menos ya no teníamos que sentarnos en el suelo. Esa misma noche, entre un tacho de pintura viejo donde poder meter la bolsa de hielo, vasos improvisados con botellas de Sprite y muchas risas, nació el Sucucho. Teníamos nuestro lugar, ahora solo faltaba lo mejor, ponerle onda. Así fue como pocos días después, contratamos un volquete, lo pusimos en la puerta y comenzamos la obra maestra. Nos habíamos apropiado de una casa enorme. Un gran salón, varias habitaciones y ademas un patio grande en el fondo. Entre todos recolectamos cosas de nuestras casas. Pintura, apliques de luz, algún espejo, cables, sillas, mesas, cualquier cosa era útil y bienvenida con alegría.

Solo pasaron 15 días y organizamos la primer fiesta. La intención era hacer un fiestón y pasarla de lujo sin gastar un mango. La entrada era de 5 pesos y tenias el derecho tomar todo el alcohol que querías, o podías. La fiesta fue un éxito rotundo! No podíamos estar mas contentos. Estábamos en nuestro propio bar, sin gastar una moneda y siendo los reyes de la banana. Nos íbamos rotando por turnos, 2 o 3 estaban en la barra, 1 se encargaba del baño y de sacar a las chicas que se encerraban dentro (puesto que le gustaba mucho a Agustín ¨Ugy¨ Mezquita), otros 2 estaban en la puerta controlando el acceso y 1 en la caja con el tema del efectivo (casi siempre Mactas o Gastón, los mas fiables y veloces con las cuentas). Como éramos muchos, podíamos disfrutar como locos cuando no estábamos en ningún turno. Igualmente lo pasábamos genial.



La gente estaba encantada con el lugar. Era diferente a lo que se acostumbraba a ver. Tenia toda la onda y no tenía horario de cierre. Contábamos con un patio todo con sillones y luces de colores.
Dentro las paredes estaban pintadas cada una de un color diferente y el ladrillo a la vista garpaba muchísimo. Toda la instalación eléctrica y sonidística fue hecha a mano por nosotros. Inventamos apliques con luces y papel celofán de color y hasta nos hicimos nuestra propia bola de boliche espejada con pedazos de Cds rotos pegados en una esfera grande de telgopor. Al no contar con luz propia, todas las luces del local se unían en un cable único que pasábamos por el patio y subía hasta la ventana del cuarto de mi primo Tatu y lo enchufábamos ahí. Osea, de su enchufe dependía toda la fiesta del Sucucho.
Algo parecido hicimos con la música. Cada uno aportó cable (ese rojo y negro) o parlantes, sin importar el tamaño ni la marca, y los colocamos estratégicamente por todo el local. Toda esa maraña de cables rojinegros se unían también en 2 salidas y entraban a un equipo de música que apenas funcionaba la radio. Luego contábamos con un insipiradísimo Mariano Kosaca que armaba listas de temas y por medio de su compu musicalizábamos la noche. El tema era tocar la compu lo menos posible. En esa época las computadoras eran algo mucho mas costosas que ahora.
Nuestra primer heladera fue una bañadera que nos encontramos en la calle a pocos días de empezar con las reformas del Sucucho. Luego de desinfectarla, pegamos un tapón definitivo y listo. Luego la llenábamos de hielo y cientas de latitas de cerveza Sneider (la mas barata en esa época). Luego tuvimos que apropiarnos unos tachos enormes del colegio ya que necesitábamos mas lugar para poner la bebida.

Contábamos con una habitación que usábamos de barra que tenia salida al patio y a la pista central, todo un lujo. En nuestras primeras fiestas solo contábamos con un ¨baño¨. Un cuartito con una puerta y un inodoro sucio y viejo apoyado en el piso sobre una boca de agua. Este fue indudablemente uno de nuestros mayores problemas. 150 personas en un solo baño era imposible, así que la 2da opción eran las vías del tren a uno pocos pasos. Luego de la primera fiesta, llegó la 2da y luego otra con disfraces, y ya la gente quería alquilarnos el lugar para hacer sus propias fiestas. Lo interesante era que se lo alquilábamos a un precio súper barato, pero nosotros atendíamos la barra y podíamos ir a la fiesta. Despedida de solteras, cumpleaños, todo tipo de festejos. Nosotros apenas con 18 años asistíamos a fiestas de gente mucho mas grande que nosotros, y éramos los capos. Estábamos encantados. Nos encontrábamos con otro tipo de fiestas. En esas fiestas el olor a marihuana era habitual, la música era distinta y lo mejor, las chicas estaban en otra frecuencia. No eran nenas, sino mujeres que sabían lo que querían.




Me acuerdo una fiesta en particular. Se la habíamos alquilado a un grupo de murga o de baile, nose bien. Pero tengo grabado como decoraron ellos mismos el Sucucho. Recubrieron las paredes con telas de seda (esa brillosa) verdes, amarillas, azules y rojas y en el medio colgaron una linda piñata. Al poco tiempo del inicio de la fiesta, pidieron que bajáramos la música. Fue un momento increíble. Saltaron en escena unas 15 o 20 personas, vestidas con el particular estilo de los murgeros de barrio, y con toda una batería de percusión. Estallo el delirio. El Sucucho, era testigo de un tremendo borbotón de alegría. Todo el mundo saltando y moviendo los pies con unos brincos sincronizados. Parecía algo extraído de una película. En un momento la batucada hace un silencio bien preestablecido y uno de los locos aparece con un palo. Toda la gente callada y expectante miraban al de pantalones de seda azul. Se dirigía al medio de la pista, justo debajo de la piñata. En ese preciso momento la gente se empieza acercar al ritmo del redoblante. La explosión de la piñata coincide meticulosamente con el reinicio increíble de la batucada. Papel picado por el aire, los invitados buscando los novedosos ¨regalitos¨ expulsados por el gran globo y fiesta y baile otra vez!! Ahora entiendo el porqué de sus caras al cabo de unas horas. En ese momento me sorprendió ver pocos caramelos y chupetines y muchas bolsitas caseras con contenido inentendible para mi.

Seguimos alquilando el Sucucho y con los primeros pesos a favor, decidimos re invertir. Le pagamos a un electricista (Gonzalito) para que habilitara la luz del local y para que haga la instalación correcta. Estábamos un poco cansados de sufrir cortes de luz. Cada tanto saltaban los tapones de la casa de mi tía y teníamos que molestar a mi primo por el enchufe que estaba en su cuarto. También invertimos en un baño como la gente para las damas. Pusimos una bacha con espejo y un inodoro en condiciones. Para los hombres, hicimos en otro cuarto un baño al estilo boliche. Una canaleta larga de chapa contra una pared de azulejos y un caño pinchado ubicado paralelamente a la canaleta por el cual caían gotitas de agua cual catarata. Todo un éxito, ya que podían orinar unos 4 o 5 al mismo tiempo y en vez de una puerta le habíamos puesto una lona para evitar colas.

Es necesario comentar la parte ¨fea¨ o ¨no tan buena¨ para que entiendan porqué las fiestas y nuestro espacio fue clausurado. En cada una de las fiestas, teníamos que lidiar con los vecinos. Desde ruidos molestos, hasta gente meando enfrente de sus puertas en la vereda, hasta algún que otro caso de urgencia por exceso de alcohol. Sufrimos la visita de la policía durante varias fiestas pero no sé como, lográbamos terminar la fiesta sin problemas. Ya finalizando el año, las fiestas eran cada vez mas transcurridas y esa vez no pudimos con la policía. Tuvimos que terminar una fiesta sobre las 3 am. Todo el mundo fuera. Fue realmente un kilombo, no sabíamos que decirle a todos los borrachos que habían pagado la entrada. Decidimos dejar pasar unas semanas para volver al ruedo. Fue entonces cuando hicimos una mini fiesta pa nosotros y algunos amigos y la policía no tardó en venir y advertirnos que teníamos 2 denuncias y el mes que seguía teníamos que ir a declarar. Como buenos pendejos, se nos frunció el culo y metimos en pausa todo tipo de lío en el Sucucho. Dejamos correr casi un mese, entre todos decidimos despedirnos del Sucucho con una gran fiesta para Navidad. Y así fue, pasamos una noche increíble entre amigos, hermanos y primos, hasta entrada la mañana. Sabíamos que era la ultima fiesta y nadie quería irse.

Fue una época que yo denomino ¨época dorada¨ para nuestro grupo. Estábamos mas unidos que nunca y todos con el mismo propósito. Divertirse como nenes. En esa edad no te importa nada de nada. O mejor dicho, no tenés nada por perder, todo por ganar. Duró todo un año completo en el cual hacíamos fiestas cada mes. Algunas eran nuestras fiestas, otras simplemente acudíamos para controlar un poco y pasarla bien. Estábamos toda la semana pensando en el Sucucho. Días antes con la preparación y las compras. Luego venia la fiesta, y después llegaba la limpieza. Entre todos y con música de fondo nos poníamos las pilas pa dejar nuestro lugar impecable.





Hoy ya pasaron mas de 10 años y con los chicos seguimos acordandonos del Sucucho con una alegría inmensa. Miles de anécdotas, muchas historias que no podemos dejar de traer al presente. Para mi el Sucucho significó muchísimo.

Sentía que ese lugar tenia una magia que no podíamos desperdiciar. Ademas de la ubicación geográfica (en el medio del barrio donde vive toda mi familia y todos mis amigos), era un local que lo tenia prácticamente todo. Una casa de paredes altas con un patio grande y cuadrado en el fondo. Así que apenas unos meses mas tarde de la clausura, le propuse a mi primo Tom un nuevo proyecto en el mismo lugar....  

(esta historia esta formada por tres capítulos)


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3 comentarios:

  1. Cuando a Juliano Castellani se le fija un nombre en la cabeza, es dificil que cambie de parecer. Una noche bautizó uno de los espacios del sucuho como "la sala Agu Pichot". Pero Juli, vos no te bancas a los rugbiers. No parás de joder con el ascensor, el rever pass, los defenestras contántemente. "Justamente!, ves que no entendés nada Negro". Ese humor de ironía, de nombres propios, de estereotipos es la marca registrada de Juliano". No es fácil se seguir. Pero cuando lo cazaste una vez, todo tiene sentido!

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    1. Negro, tu memoria es, ademas de buena, hermosa... Muchas cosas y millones de detalles...

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  2. Ufa, me lo perdí!!!!!!!!!!!! (Mmmhhh... Bolsitas caseras con contenido inentendible... qué tentador!! jejeje)

    LB

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