martes, 3 de abril de 2012

Arte Prima


Parte 3: 

Mi tía Patri había decidido cerrar la roticería Párpika. Un nuevo y laborioso proyecto familiar estaba en camino. Mis 3 primos menores, Diego, Tomi y Tatu y mi hermano mas grande Fede, estaban embarcados en un futuro e inesperado éxito. Con la influencia de familia gastronómica por ambas partes, decidieron abrir un Bar. Por otro lado, yo estaba decidido a ampliar Arte Prima y sabia que Tomi no podía lidiar con todo. La separación fue casi natural, de mutuo y feliz acuerdo. Mis ambiciones estaban a una altura bastante alta. Decidí, agrandar las dimensiones del local y algunos cambios mas. Fue así, que conjuntamente empezamos las reformas tanto del bar como la del local de velas.

Aproveché la profesión de mis padres (arquitectos) para apropiarme y abastecerme de material de primera linea. Había conseguido muchos metros de un parquet increíble y precioso, unas planchas de Durlock usadas (paredes de yeso fáciles de trabajar), dos laminas de vidrios gigantes y una puerta de vidrio hermosa.

Con la ayuda y consejos de mi viejo, aprendí a montar un piso de parquet flotante. Después me colocaron las vidrieras y la puerta. El negocio ya le quedaba grande al barrio de Coghlan. Tenia un flor de local. 7 metros de vidriera y 4 metros de profundo, con un sillón de 3 cuerpos, una mesa ratona, un escritorio antiguo, un mueble hecho a mano para poder exhibir todas las
velas y hasta un porta sahumerios de arpillera cosido a mano.

Plano Arte Prima
Frente Local

No podía creer como había quedado el local. Habíamos habilitado la luz y ya no teníamos que depender de un cable enchufado a la habitación de mi primo Tatu. Y hasta me había hecho monotributista y podíamos facturar sin problema. Ahora solo había que pensar en como atenderlo y sobretodo los tiempos para fabricar y demás. Así que se amplió el equipo de trabajo. Mi tía que ahora era una feliz desocupada, si encargaba de abrir el local por las mañanas y de hacer todo tipo de bases para las velas. Ella tenia su propio taller, también detrás del local, y con yeso hacía unas cosas realmente hermosas. Después al mediodía llegaba Agustín ¨Ugy¨Mezquita para empezar con la fabricación de velas y atención al publico. Y pasado el mediodía llegaba yo, y me quedaba hasta la hora de cierre.

El día a día era realmente placentero. Una radio vieja de mi abuelo, le daba sonido y color al taller. A los pocos meses con Ugy nos entendíamos de maravilla. Nos pasábamos la tarde haciendo tiradas de 30, 40 velas entre rondas de mates, risas y algún que otro baile. Arte Prima se había convertido casi en un kiosco donde nuestro grupo de amigos y conocidos pasaban sus horas muertas. Había quien venia en su horario de almuerzo, o quienes pasaban luego de su jornada facultativa o laboral, como por ejemplo Santi y Peter que en esa época laburaban de cobradores en el microcentro porteño y pasaban sus tardes en el taller del local. En la esquina del negocio contábamos con una parrilla llamada ¨Berna¨ abierta todo el día, a la cual acudíamos mas de una vez por semana. Cabe destacar que el taller, ademas de estar decorado exactamente igual que en las fiestas del Sucucho, contaba con sillones, heladera, baño y un enorme patio. Cada tanto bajábamos una tele de la casa de mis primos y pasábamos el día jugando a la Play. Cuando éramos bastantes, directamente optábamos por un buen Truco y depende de la hora, lo acompañábamos con mates o con cerveza. Luego cada 2 semanas hacíamos un asadazo. Nos habíamos fabricado una parrilla al estilo ¨obra¨ en el patio. Me acuerdo cuando en medio de un asado se largo una tormenta fuertísima y tuvimos que terminar de hacer el asado en el baño. Tengo grabada la cara, del parrillero de turno, Juan Ignacio ¨Juanchi¨ Vázquez con los ojos rojísimos y una sonrisa esperanzadora. Ni 20 sahumerios, ni el aroma de todas las velas pudieron con el humo y el olor a chorizo que había inundado el negocio.

Al cabo de unos meses, el local era prácticamente la continuación diurna del Sucucho. Buena onda, amigos dando vueltas, charlas, y un lugar donde pasar un rato agradable. Ademas teníamos un paquete súper variado de productos y casi todos hecho por nosotros. Velas aromáticas, fanales, sales de baño, jabón liquido, jabón de glicerina, apoya velas, hornitos, escénicas, sahumerios, porta sahumerios, y hasta lamparas (fabricadas por El Tonga Alvarez y Guille Obeid).



Paralelamente en el negocio de al lado estaba sucediendo una movilización. El nacimiento de El Secreto del Polaco había revitalizado la cuadra. El bar ya estaba en funcionamiento y en su gran mayoría con clientes que eran amigos o ex alumnos del colegio San Patricio. Yo no podía estar mas contento. Los jueves con Ugy en Arte Prima eran realmente muy divertidos. Jugábamos cualquier cantidad de juegos con un único fin. Dardos, cartas, lo que sea, pero siempre apostando un trago por juego perdido. Cuando terminábamos de ¨trabajar¨ nos pasábamos al bar, y Ugy, como buen perdedor, me pagaba las apuestas.

Los Viernes eran los días mas esperados, tanto por nosotros, como nuestros amigos. Luego de almorzar, poníamos la radio metro 95.1 al palo y nos la pasábamos bailando cual boliche a las 3 am. También algunos Viernes eran ¨el día del vandalismo¨ Durante toda la semana se producía una recolecta de objetos de vidrio. En su mayoría botellas de Coca-Cola chiquitas, Pepsi de litro, algún que otro frasco que encontrábamos en la calle, retazos de espejos, tubos fluorescentes de luz, etc, todo tipo de material descartable. Luego llegaba el Viernes y el equipo titular se avecinaba al patio para montar la escena.
Con Hugo a la cabeza, ponían todas las botellas y objetos sobre mesas y sillas, todas contra la pared. Después, como un ejercito de boludos, sobre la pared de enfrente comenzaban la ejecución. La idea era romper todo. Con millones de piedras y gritando se descargaban durante varios minutos para terminar tentados de risa con un Pedro María endiablado.
Por suerte los Viernes terminaban de forma increíble y como en casa tomando algo en el Polaco.

Fueron 3 años increíbles para mi. Me lo pasaba genial. Estudiaba, jugaba al voley, y ¨laburaba¨ rodeado de amigos y familia. Siempre en un ambiente súper relajado, en el cual cada uno se sentía totalmente libre. Mas allá de todo esto, yo ponía todas mis fuerzas y mi voluntad para obtener beneficios. Todos los recuerdos que tengo en relación al local son de alegría y felicidad.

Si bien yo le pagaba a mi tía los gastos de luz y agua, los beneficios no eran realmente importantes y apenas me alcanzaba para pagarle un sueldo a Ugy y quedarnos con unos pocos mangos para nosotros dos. Así que finalizando el 3er año mi juego de artesano estaba por terminar. El barrio y la cuadra poco a poco se iban poniendo mas comercial y mi tía decidió poner en alquiler el local. Luego de alquilar el ex Sucucho y ex Arte Prima durante 5 años, la magia y la historia otra vez se iban a repetir.

Mi primo Diego Martín y su mujer Giorgi estaban frente a un dilema. Se les vencía el alquiler de donde estaban viviendo y tenían que mudarse. Después de muchos cálculos matemáticos, financieros y hasta geográficos decidieron trasladarse de San Isidro a Coghlan. Diego en el papel de ¨jefe de obra¨se encargo de rediseñar los planos y reescribir su nueva historia. Transformaron una ex pista de baile en una habitación doble, el taller en una moderna cocina y hasta construyeron una cálida habitación para su hijo.
No deja de sorprenderme lo interesante y circular que es la vida. Hace mas de 10 años cientos de pisadas, incluidas las de Diego, bailaban hasta entrada la mañana donde hoy probablemente su mesita de luz esta ubicada. Cuantas velas y cuantos mates de por medio habrán pasado por donde hoy desayuna un sonriente y travieso Franco? Soy de los que piensa que la energía se contagia y se transmite y no solo a personas. Hay lugares que irradian una onda diferente por la cantidad de situaciones que sufrieron. Hoy, Giorgi, Die y Franco están siendo parte de una energía muy linda. Ahora solo queda disfrutarla con el mismo amor que siempre reino dentro de ese lugar.

Ex barra, ex deposito, ex taller tía.
Ex sala Agu Pichot, ex oficina.


Tengo infinidades de imágenes que vienen a mi, cada vez que pienso en esa época, en esos tres años. La pava eléctrica una y otra vez haciendo contacto, las latas de 5 litros de parafina calentandose a baño María, el olor a sándalo luego de la tirada de velas rojas, los sandwiches de mila completos sobre la mesa de trabajo, la panzada de chinchulines de Berna que se pegaban Santi y Peter, la caradurez de mis amigos por atender a las minas que venían al local, mi cara de piedra y la de Tomi cuando dábamos cursos de fabricación de velas, el ruido de la frenada de la bici de Juanchi cuando venia de visita, las medialunas Del Abuelo, el lemonchelo que mi abuela nos hacia para ¨venderlo¨, la Aspen Classic de fondo, la guerra de piedras y el ataque ochentoso de los viernes, la repartija de volantes, los personajes del barrio; el viejo cigarrillo, el vidriero Julio, el ferretero de enfrente que nos daba la garrafa de gas, los chinos del súper, el sambayon de Candy, el aroma particular que se respiraba en todo el local, los accidentes laborales y litros de parafina por todo el suelo, nuestro muro donde poníamos fotos, comentarios, mensajes cual Facebook, miles de recuerdos que me llenan de una nostalgia alegre, de una melancolía con final feliz, y de una época de mi vida que no cambiaría por nada.  

                              Por los buenos momentos...



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2 comentarios:

  1. Juli me encanto esta historia y gracias pr hacerme parte de ella, me emociono mucho!!!!!!! te quiero , besotes!!!!!!
    Georgina

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  2. QUE BUENO !!! QUE AVENTUREROS ERAN ! ME ENCANTÒ!DANI

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